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gladyspatricia

25 junio 2020

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Hace unas semanas tuvimos una conversación acerca de los medios de comunicación, la Iglesia y de cómo éstos pueden conectar mejor con los millenials. Para ello reunimos virtualmente a Steve Cordon, presidente de ComunicadoresUSA; Lorraine Blancovitch, directora de mercadeo en Editorial Unilit; y Yadheera Báez, directora de Expolit.

En esta interesante discusión un comunicador, mercadólogo y ministro que representa la generación X, y dos millenials, profesionales en mercadeo y con experiencia en el ministerio juvenil, abrieron su corazón para compartir sus experiencias y motivar a la Iglesia a ser intencionales al atraer y retener a las nuevas generaciones.

Un poco de contexto
Los millenials —o la generación Y— son aquellas personas nacidas entre el 1981 y el 1996 (que hoy tienen entre 24 y 39 años). Se caracterizan por ser nativos digitales, realizar muchas tareas a la vez, perseguir altas preparaciones académicas e intelectuales, y ser muy exigentes. Además, se consideran ciudadanos del mundo al crecer en una era globalizada e hiperconectada. Los millenials también sobresalen por estar fuertemente conectados a causas sociales, humanas y culturales.

De esta conversación, concluimos ideas muy interesantes que compartimos contigo a continuación:
1. No nos limiten para servir.
Queremos servir a Dios, pero nos incomoda que nos encierren en las paredes de la iglesia para hacerlo. No solo queremos honrar a Dios desde un altar, sino desde nuestra carrera y de cualquier lugar donde Él nos permita estar.

2. Queremos una comunidad, queremos amor incondicional.
Buscamos relaciones reales con otros. No queremos hacer la vida ni el ministerio solos. Queremos entregar nuestra vida por la causa del Evangelio, pero necesitamos saber que pertenecemos a una familia, que somos amados, y que, a pesar de nuestros errores, siempre podremos regresar “a Casa”. No todos crecimos en entornos saludables, y a muchos nos ha faltado la figura de un buen padre; sería genial que ustedes nos modelen el amor del Padre perfecto.

3. Un ejemplo de vida saludable.
Queremos ser parte del ministerio, pero nos asusta que nuestros líderes, pastores y autoridades vivan sin equilibrio —en su salud, sus finanzas, su tiempo familiar. A pesar de los malos ejemplos que hemos visto a nuestro alrededor —y muchas veces en nuestra propia crianza, trabajamos duro para crecer en todas las áreas de nuestra vida, y poder ofrecerle un hogar saludable a nuestra familia. Entendemos que Dios nos enseñó a establecer límites por nuestro bien, ya que no podemos dar lo que no tenemos. Por lo tanto, creemos que una vida equilibrada es evidencia de la presencia de Dios en nosotros.

4. Nos gusta el ministerio simple e intencional.
Estamos dispuestos a sacrificarnos por la esencia. Para nosotros, el ministerio no tiene que ser elaborado e inalcanzable, porque entendemos que comienza en casa. Nos encanta invertir tiempo, energías y recursos en una comunidad de fe que nos enseña a servir mejor a nuestras familias, a administrar mejor lo que tenemos, y a cuidar a los que nos rodean. En nuestros ojos, ese es el ministerio. Amar, servir, cuidar: lo que Jesús nos modeló. Por favor, no nos compliquen las cosas.

5. Dígannos la verdad.
No nos entretengan. Queremos amor, pero queremos verdad. Por favor, no nos prediquen un Evangelio incompleto. Necesitamos que nos recuerden que Dios es amor, pero es justicia. Si no nos dan alimento fuerte y lleno de sustancia, no podremos sostenernos en tiempos inciertos y difíciles. Nos urge aprender un fundamento firme al que podamos anclarnos en días malos.

6. Preocúpense por el mundo, la justicia social y los derechos humanos.
El Evangelio se vuelve más real para nosotros cuando lo vemos en acción. No necesitamos que nos repitan que Dios es amor, sino que nos muestren ese amor de Dios obrando, impactando y transformando nuestro mundo y a nuestra gente.

7. Conéctense a nuestro corazón antes de amonestarnos.
Nos incomoda que intenten enseñarnos y corregirnos sin habernos demostrado que realmente les importamos. El mundo completo intenta decirnos qué hacer, ¿por qué deberíamos escucharte a ti? No es suficiente con que nos hables de parte de Dios o nos enseñes lo que dice la Biblia si no nos miras como Jesús nos miraría. Él ignoraría a una multitud solo para hacernos saber que nos ve. Él rechazaría una comida con sus amigos para ir a cenar a nuestra casa. Él detendría una cruzada evangelística para mirarnos a los ojos y sanarnos. Antes de llamar nuestra atención para corregirnos, enséñanos con tu ejemplo y muéstranos tu corazón, que podamos sentir que nos amas. Eso habla más fuerte que mil palabras. Muéstranos el efecto que tu enseñanza ha tenido en tu propia vida. Si vemos que sigues a Jesús, créenos, ¡te seguiremos!

8. Aporten buen contenido y no nos van a perder.
Si nos ofrecen un contenido valioso, hablan en nuestro idioma y se conectan a nosotros, los seguiremos en cualquier plataforma y a pesar de los cambios. Recuerden que el mundo está lleno de contenido, y aunque suene fuerte, están compitiendo con todo lo que está disponible para entretenernos, educarnos y ocupar nuestro tiempo. Estudien nuestras necesidades, luchas, deseos, y ofrézcannos una solución.

9. No dejen de cambiar, mejorar y evolucionar.
Cada generación enfrenta desafíos diferentes, y si los modelos organizacionales, de liderazgo o de contenido no evolucionan, pronto dejarán de ser relevantes. Hoy hablamos de millenials, pero ya está en plena actividad la generación Z. Tomen ventaja de sus líderes jóvenes para discipular a la próxima generación, y no habrá nadie desconectado a lo que está ocurriendo en su comunidad.

10. Excelencia.
Somos grandemente atraídos por lo que se ve, se oye y se presenta bien. Es muy probable que si nos gusta la manera en que nos enseñas, el ambiente que creas para nosotros, el contenido que nos ofreces y la comunidad a la que pertenecemos, invitemos a nuestros amigos a unirse. Nos encanta recomendar lo que nos gusta.

11. Un mensaje con fundamento, sensibilidad y unción.
Estamos dispuestos a escucharte, pero por favor, asegúrate de que tu mensaje o prédica esté respaldada por un fundamento bíblico, por datos reales, por un carácter intachable e interpretada de acuerdo a nuestro contexto. No nos enseñes tu opinión como la verdad absoluta; la verdad absoluta es la Palabra de Dios, pero las opiniones son subjetivas. Predícanos, pero recuerda que al fin y al cabo, debes confiar en que el Espíritu Santo es quien obra en nosotros y el poder no está en tus métodos, tu dominio del tema o tu destreza, sino en la propia Palabra que salió de la boca de Dios.

¿Tienes alguna idea que complemente esta discusión? ¡Nos encantaría leerla en los comentarios!

Para mirar la conversación completa, visita nuestro canal de YouTube.

https://www.youtube.com/watch?v=XXEPW0vGHWY&feature=youtu.be

Para más información visita: www.ComunicadoresUSA.org y www.AsociaciondeMinistros.com